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Posts Tagged ‘Orgullo’

¡Equivocados!

 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. Apocalipsis 3:17

Apocalipsis 3:14-20

La ciudad de Laodicea era prestigiosa y autónoma, poseía el “centro bancario” de sus tiempos; así que todos aquellos con recursos hacían negocios allí. Criaban ovejas de pelo negro, tan oscuro, que resplandecía con el sol, había maestros artesanos que entrelazaban a mano esta lana, tejiendo prendas que vestían a toda Asia. Añadido a esto, sus médicos fueron reconocidos por el hallazgo del ingrediente básico del colirio para los ojos. En el año 61 d. C. un terremoto dejó a Laodicea en ruinas por lo que el emperador romano ofreció ayuda gubernamental para la reconstrucción de este lugar; pero los líderes locales rehusaron la ayuda, como diciendo: “¿Acaso no sabes quiénes somos?, no necesitamos ayuda estatal”. Hoy amigo lector, tú te ves al espejo y piensas: “Soy afortunado (a), estoy lleno (a), realizado (a)”.  Dios, quien cuenta con el panorama completo y correcto de lo real, conoce que esta opinión es errónea; sus palabras pueden sonarte rudas o ásperas: “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”; no han sido dichas para lastimarte; pero sí están dichas para encaminarte, orientándote en la ruta correcta y te aconsejan qué hacer y cómo hacerlo: (vrs.18) “que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico”. Esto simboliza una confianza y dependencia total en Dios, no en tus habilidades naturales, tus propios logros o buenas obras. (vrs.18) “vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez”. La ropa blanca ejemplifica, la necesidad de ser justificados; es el acto soberano de Dios que declara al hombre pecador, justo, libre de cualquier culpa. (vrs.18) “y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Este “ver” es verte a tu interior, tu corazón, tus pensamientos, tus deseos, tus motivaciones, tus dichos, tus acciones; detente un momento y observa en tu interior lo que realmente hay, lo que realmente eres; que no te pase como a Laodicea que ni se había percatado de que estaban desnudos. (vrs.19) “Sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.-PFdeJ

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. –Jesús en Apocalipsis 3:20

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El problema del orgullo

 “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. Romanos 12:3

Lucas 18:9-14

El diccionario define a la cordura como: prudencia o buen juicio. En nuestro versículo de introducción, Dios nos exhorta a pensar con prudencia sobre nosotros mismos. Si usted es como yo, pensará, “Oh no, yo no tengo problemas con el orgullo, sé quien soy y soy humilde en cuanto a eso”. Pero, ¿qué tan real es? Cuando hay orgullo en nuestro corazón, no hay lugar para la gracia de Dios, pues estamos llenos de nuestra propia suficiencia, creyéndonos más que los demás, pensando que hay hermanos que no ven, ni viven la vida cristiana como nosotros la vemos y la vivimos –y además, pensamos es la mejor forma-. Pero recordemos que la Palabra dice: “A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a otros…”, (Lucas 18:9) fue a quienes Jesús refirió la parábola del fariseo y el publicano. Ha de ser un corazón vacío de nosotros mismos, contrito y humillado, donde la gracia de Dios ha de derramarse.  “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. (Santiago 4:6) También dice: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. (1ª de Pedro 5:5) Preguntémonos con honestidad: ¿Qué actitud tomo en la iglesia para con los demás? ¿Qué tan espiritual me siento en comparación con otros creyentes? Amigo lector cristiano, el orgullo detiene la gracia de Dios en nuestras vidas. Pidámosle a Dios que nos ayude a pensar con prudencia acerca de nuestra vida, honrémosle, considerando a los demás como superiores a nosotros mismos. -MZA

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. –Filipenses 2:3

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