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Posts Tagged ‘Salvación’

Cosas mayores

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” .Juan 14:12

Juan 14

En este capítulo de la Escritura, el Señor, prepara a sus discípulos para la inminente separación, su muerte en la cruz estaba próxima.  “… y sabéis a dónde voy y sabéis el camino”. Tomás deseaba estar seguro de recibir un mapa tangible dijo: “no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”  A lo cual Jesús responde: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”, luego Felipe añadió: “muéstranos al Padre y nos basta”. Jesús paciente, responde: “¿Tanto tiempo hace que estoy aquí, y no me has conocido Felipe?… de cierto te digo, el que cree en mí, las obras que yo hago él las hará también; y aun mayores hará porque voy al Padre”. Durante su ministerio, Jesús resucitó muertos, expulsó demonios, sanó enfermos, realizó milagros de multiplicación de alimentos, calmó la tempestad, caminó sobre el mar, etc… ¿Entendí bien cuando dice “el que cree en mí hará cosas mayores, porque voy al Padre”? No tengo conocimiento científico, no tengo idea de cómo dar vista al ciego, limpiar la lepra, ni restituir la función muscular de un inválido. Ignoro qué se necesita para multiplicar el pan, detener el viento, ni cómo solidificar la superficie del agua. Estos sobrenaturales actos, fueron realizados para confirmar la divinidad de Jesús, pero piense en Lázaro por un momento: aunque fue resucitado, al final volvió a morir; los cinco mil a quienes Jesús alimentó en el monte, al siguiente día tenían hambre de nuevo. Una vez  que Cristo viene a morar en nuestro corazón, nos capacita para ser usados en alterar eternamente el destino de las almas, al transmitir el mensaje de salvación. No sólo dar temporal alivio, somos herederos de un proyecto eterno de redención; cuando hablamos con fidelidad a otros del plan de Dios para la salvación de las almas, cumplimos el propósito eterno de nuestras vidas.-IFdeW

“La gran comisión no es una opción para ser considerada, sino un mandamiento para ser  obedecido”. Hudson Taylor

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Mirad a mí

Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Isaías 45:22

Juan 3:13-15; Números 21:5-9

Cuando el pueblo de Israel fue librado por Dios de la esclavitud en la tierra de Egipto  -por mano de Moisés- y venía camino del desierto hacia la tierra prometida, vio milagros maravillosos, pues fue testigo de cómo las aguas del mar rojo se dividieron para que pudieran pasar en seco, la ropa y el calzado no se les gastaba, la comida les caía del cielo; durante el día Dios les daba una inmensa nube para que les protegiera del calor, de noche una grande lumbrera que les calentara del frío, les daba agua de la peña en medio del desierto, pero a pesar de todo esto, murmuraron contra Díos y contra Moisés diciendo: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” (Números 21:5) Menospreciando así, la provisión divina que Díos les enviaba del cielo. Por lo cual Díos, trajo juicio contra ellos por esta actitud, “Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”. Cuando el pueblo confesó su pecado Dios le dijo a Moisés  “Hazte una Serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”. Y Moisés hizo como Dios le dijo y se cumplió la promesa de parte de Dios (Números 21:6-9). Así también  nosotros, como el pueblo de Israel, a causa de la “mordedura” del pecado, estamos bajo condenación de muerte. A menos que miremos en un acto de fe verdadera a Jesucristo, (Juan 3:13-15) levantado en la Cruz hace cerca de dos mil años por nuestros pecados.  ¿Creer que esto es suficiente? Si lo es, Dios lo ha prometido, se cumple cuando arrepintiéndonos con honestidad, estamos dispuestos a entregarle nuestra vida a Él para que nos haga nacer de nuevo como sus hijos. En las páginas centrales de esta revista les decimos cómo.-MZA

Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:15

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Derecho de admisión

 “Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera…”. Mateo 22:12-13a

Mateo 22:1-2, 11-13

La generosidad de quien organizaba la boda era abundante, los convidados o los invitados a la boda, eran eso, sólo “invitados”.  No se les pedía llevar nada, no se les ofrecía que fueran padrinos o que se registraran en la tienda de regalos, no les solicitaban gastar en un vestido especial y nuevo; lo único que se requería, era su presencia, tener comunión, amistad, un tiempo, una charla, regocijo de compartir los alimentos juntos, el disfrutar lo ya dispuesto. Quien organizaba la boda, proveía-cubría todos los gastos relacionados al festejo, incluyendo la vestidura de cada invitado. Pero hubo un huésped que decidió que su propio atavío era apropiado y tomó el riesgo de negarse a llevar el traje que se había designado y confeccionado para él. Esta persona atrevida, pensó que sería bien recibida, pero su ropa era completamente inapropiada, “desentonaba” con el plan original de la fiesta, su decisión le costó el rechazo a la entrada del banquete. Este pasaje, amigo lector, simboliza el plan de Dios para salvarnos, las bodas constituyen el gozo y regocijo de los cielos, Dios que es el organizador del festejo ha comprado todo lo necesario para esta “fiesta de bodas”; no te pide contribución alguna o algún esfuerzo, sólo tu presencia, las ropas que tú posees, que tú llevas puestas hoy son: tus logros personales, tu conducta moral, tu buena reputación personal, tu nombre, tu apellido, tus sacrificios de servir a tus hijos, a tu esposo, a tus padres, a tus hermanos o  amigos; el cumplir las leyes de tu religión.  Este vestido, amigo (a), no es el apropiado para poder entrar y disfrutar de esta boda; si te arriesgas a llevar este vestido, el cual es tu propio esfuerzo, la entrada te será negada; porque Dios previamente te ha preparado el atavío apropiado para esta especial ocasión, el cual es su justicia representada en el sacrificio de Cristo en la cruz. En las páginas centrales de esta revista te hablamos más sobre este tema.-PFdeJ (Patty Fernández de Jiménez)

La decisión de tener comunión con Dios es tuya; el llamado es personal, el sobre de invitación lleva sólo un nombre: el tuyo

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