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Posts Tagged ‘Salvación’

En el sepulcro

«Todo tiene su tiempo…tiempo de nacer y tiempo de morir…». Eclesiastés 3:1-2b

Lectura: Juan 19:31-42

Siempre me he conmovido cuando asisto a un sepelio o cuando veo una carroza donde llevan el cuerpo de alguien que murió recientemente. La muerte para mucha gente representa no sólo tristeza, además: el fin de las ilusiones, tal vez promesas o metas no cumplidas, llanto en la familia por la pérdida de su ser querido, soledad, abandono, falta de esperanza. Dios nos dice que para todo hay un tiempo (tiempo de nacer y tiempo de morir), otro pasaje de la Biblia dice: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez y después de esto el juicio». (Hebreos 9:27) Aunque creo que la muerte de cualquier persona, es siempre motivo de tristeza, creo también que resulta mucho más triste, cuando la persona que falleció no aceptó a Cristo en su corazón, es entonces cuando el juicio de Dios está sobre él para condenación. La experiencia de la muerte no fue ajena al Hijo de Dios, Jesús también murió. Alrededor de las tres de la tarde de aquel viernes previo a la pascua, el Señor Jesús murió. Un hombre rico que había sido su discípulo secretamente, tiene un final acto de valor, solicita el cuerpo de Jesús para ser enterrado en una cueva, sepulcro de ricos, un sepulcro nuevo en el huerto, en el cual aún no había sido puesto alguno. (Juan 19:38-41; Isaías 53:9) Antes de llevarlo al sepulcro lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Yo creo que presenciar el entierro del Señor, debió ser una escena verdaderamente desgarradora, lo sería también para mí sólo que yo conozco el final de la historia… Doy gracias a Dios porque tengo sus promesas en Romanos 6:8-11, «Y si morimos con Cristo creemos que también viviremos con él…así también vosotros considerados muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro». No dejes para después el aceptar a Cristo como tu Salvador para que tú también puedas apropiarte de sus promesas que son salvación y vida eterna.                  -RZ de E

«¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro tu victoria?».

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¡He aquí el hombre!

«Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto… fue menospreciado, y no lo estimamos». Isaías 53: 3

Lectura: Juan 19:1-17

Después que Pilato rechazó la verdad, sabiendo de antemano que ningún delito había en Jesús, ordenó que le azotaran, algunos estudiosos de la Biblia piensan que para Pilato esto representaba el castigo final y que la crucifixión de Jesús viene sólo después de las demandas del pueblo. Considere el lector que, debido a que una muerte por crucifixión era ampliamente conocida en la época, los evangelios no se detienen en dar detalles. Pilato lo entregó a los soldados para ser azotado (Juan 19:1). Ahora bien, los soldados romanos eran los seres más crueles y brutales en aquellos días. Es dudoso que se hayan  apegado a la ley judía que sólo permitía azotar a una persona 39 veces, se cree más bien que se haya hecho según las órdenes del César. El tipo de látigo que los romanos usaban era corto, consistía de varias correas de cuero pesado y en las puntas tenía bolas de plomo con puntas que se incrustaban en la piel del azotado. De acuerdo con el Dr. C. Truman Davis, «Las correas con su peso cortaron primero la piel, después cortaron el tejido subcutáneo, produciendo primero un fluido suave de sangre de los capilares y las venas y finalmente chorros de sangrado arterial de los vasos en los músculos subyacentes. Al final, la piel de la espalda colgaba en largos jirones y el área entera había quedado convertida en una irreconocible masa de tejido destrozado y sangriento». Ahora, vayamos a Mt. 27:31, «Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto…». El manto ya se había adherido a las heridas, ¡puede usted imaginar cuánto dolor produjo ese hecho! Debió haber sido un dolor agudo, casi insoportable…por consecuencia las heridas volvieron a sangrar. El Señor Jesucristo fue flagelado por nosotros, una corona de espinas penetró su cuero cabelludo, enfrentó la burla y el desprecio de su pueblo y además le hicieron cargar un madero con un peso aproximado de 70 kg. cuya aspereza seguramente tallaba aún más esas heridas.  Había perdido tanta sangre que no pudo resistir más y cayó…y todo eso ¡¡¡Sólo por amor a nosotros!!! Amigo, lector, ¡He aquí el hombre! que entregó su vida por nosotros, ante semejante amor no podemos cegarnos y volverle a Cristo la espalda cuando él nos llama con dulce voz y nos invita a reconciliarnos con él. Por favor, vaya a la parte central de esta revista…pido a Dios que usted rinda su vida a Cristo, hoy.        -JMEZ

Pilato dijo: «¡He aquí el hombre!», él ni siquiera imaginaba a quién entregaba para ser crucificado…al mismo Dios encarnado…nuestro Salvador.

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Fiel y justo

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» 1 Juan 1:9

Lectura 1ª de Juan 1

Amable lector: ¿está usted cansado de la vida que lleva? ¿Siente un vacío en su interior que nada lo llena?, ¿nada le causa encanto ni atractivo?, ¿ha pensado que la vida no tiene ningún sentido? Le tengo una muy buena noticia. Dios nos dice en su Palabra que Jesucristo es la solución. No, no le hablo de religión alguna. Créame, Jesucristo no es ninguna religión, y Él dijo: «Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.» Mateo 11:28. Quizá usted diga: – ¿Ir a Él, pero cómo puedo hacerlo?,  -Realmente es muy sencillo. Apártese del ruido del mundo, y vaya usted en oración a Nuestro Señor Jesucristo. En forma clara y sencilla platíquele sus problemas, ábrale su corazón. Pídale que Él entre a su corazón y que arregle su vida. Confiésele sus pecados y ruéguele que le perdone, ya que se siente sinceramente arrepentido. Dice la Palabra que «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» I Juan 1:9. Anímese, haga esta sencilla oración. Dios cambiará radicalmente su vida, así como nos la ha cambiado a miles y miles de las personas de todo el mundo que hemos creído y que le hemos entregado nuestras vidas. Si usted se decide a hacerlo, pero se le hace difícil, pida ayuda. Llame a cualquiera de los números telefónicos que aparecen en esta revista y solicite a quien conteste que le guíe para hacer la oración de salvación. Lea la sección «Lo que en verdad importa» de este blog.

– R.Z.A

«Fidelidad y justicia -el clamor de un mundo en bancarrota, sólo lo encuentra en Jesucristo»

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Escogidos para salvación

 “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación…”. 2ª de Tesalonicenses 2:13

Lectura: 1ª de Corintios 1:25-31

Todos nos hemos sentido especiales alguna vez, sobre todo cuando hemos sido escogidos por alguien importante. Quizás un jugador de fútbol que tú admirabas te eligió para jugar en su equipo o fuiste invitado a ser parte de una organización -¡una muy exclusiva!- o tu jefe fue contigo y te dijo que tú eras el único capacitado para desempeñar algún cargo importante. Creo que a la mayoría de personas nos gusta ser escogidas, ya que esto demuestra que tenemos alguna virtud en especial. Bueno, en el caso del creyente, es completamente diferente. No hay virtud en nosotros, no somos mejores que otros, ni tenemos una cualidad especial; simplemente fuimos escogidos para salvación por la gran misericordia y el infinito amor de Dios. ¿Te has puesto a pensar en el privilegio tan grande de haber sido escogido por Dios? No es por ti, no es tu carácter, no son tus facultades, tu inteligencia o tu buen corazón. ¡Nada de eso fue la motivación de Dios para escogerte! Él por su gracia proveyó el sacrificio necesario para vencer el pecado, dando su vida por nosotros. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8-9) Sí, es cierto que eres tú quien decide recibir a Cristo, es esa decisión tuya la que te hace estar en el grupo de “los escogidos” sólo debido a la misericordia que Dios tuvo para contigo. Te invito a que leas el pasaje de hoy. También medita en los siguientes versículos: Romanos 11:5-6 y 2ª de Tesalonicenses 2:13 y pasa un tiempo en oración, dando gracias al Padre por esta salvación inmerecida y por haber sido escogido.-LPdeZ

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia…” –Tito 3:5

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Nuevas de gran gozo

 “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo”. Lucas 2:10

Lucas 2:8-20

Al recordar este pasaje, nos imaginamos a los clásicos pastorcillos estando en las afueras del pueblo con su ganado, cuando súbitamente ángeles se les aparecen para darles tan importante noticia “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador” y corren felices a cerciorarse de lo que escucharon. Pero, ¿se ha puesto a pensar qué clase de sentimientos realmente correrían por su mente? ¿Cuál sería su primera impresión?  Si usted hubiera estado ahí,  ¿cuál hubiera sido su reacción? El evangelio de San Lucas nos da algunos detalles al respecto. Dice que su primera impresión fue que tuvieron gran temor”,  (vrs.9) después de asimilar lo que había ocurrido, se vieron unos a otros y toman una sabia decisión, ir a corroborar lo anunciado (vrs.15) y al ver que todo era verdad, regresaron llenos de gozo y alabando a Dios. El encuentro que tuvieron esa noche cambió sus vidas para siempre. (vrs.20) Esta escena no es algo ajeno y lejano a nuestra realidad cotidiana. Usted –como yo seguramente- estando en sus actividades normales, recibió de parte de alguien una noticia algo “extraña”: ¡se puede recibir a un Salvador personal en el corazón de manera gratuita! Y es posible que como los pastores, sienta temor y por su mente corran dudas, tales como: ¿qué clase de religión será ésta? o ¿qué dirán mis familiares o amigos si me hago cristiano? Y tiene dos opciones: hacer como que no escuchó nada y continuar su vida o hacer lo que los pastores: hicieron un alto, se cercioraron de lo que habían escuchado y el impacto fue tal, que regresan a su trabajo, a su hogar, transformados, llenos de gozo y paz, que seguramente nunca habían experimentado, no con una religión, sino con una relación personal con el Dios eterno.-MCGdeG

Esta Navidad usted puede ser el protagonista de esta escena, pase y vea las páginas centrales, cerciórese (llámenos), crea y regrese como ellos, lleno de gozo y paz.

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